Basarab Nicolescu reconoce que la transdisciplinariedad (TD) no es una filosofía, tampoco una teología, más bien para él es esencialmente una metodología: una nueva manera de conectar las cosas, para entender al ser y su relación con la realidad. Esta metodología incluye: una ontología, una lógica y una epistemología.
En esta ocasión expondré algunas ideas sobre esta ontología, la cual asume que hay diferentes niveles de realidad: el del objeto, el del sujeto y el del Tercero Oculto. Por eso las preguntas que se formulan desde la TD son generadas desde muy distintos lugares. Ninguna de estos niveles es más importante que otro o de mayor jerarquía. Por eso ningún resulta privilegiado, ni por sí solo es completo, además las fronteras entre los niveles es una zona sagrada o de no resistencia.
La no resistencia se encarna en las resistencias, por ejemplo: las teologías, el arte o a través de cualquier manifestación científica o cultural que organizamos. Cada una de ellas y por sí mismas se ubican y constituyen los niveles de realidad. Además, lo que percibimos es la continuidad y hay que aprender a reconocer la discontinuidad a través de los distintos niveles: microfísicos, macrofísicos, el ciberespacio o las supercuerdas.
La continuidad puede relacionarse con la perspectiva que Deleuze identificó con el ver por la ventana, consecuencia de la relación profunda del cerrarse en pliegues, lo cual se manifiesta en nuestros saberes y creencias, que podemos suponerlos territorios y por consecuencia subyace a ellos la emergencia de sus posibles cartografías o expresiones de reconocimiento. Esta condición da cuenta de una aparente totalidad del entorno, pero que más bien es un fragmento del mismo. Por su parte, la discontinuidad provoca el reconocimiento de los diversos niveles de realidad vinculados a diferentes dimensiones humanas: lo racional, lo emocional, lo sensible, lo espiritual, entre otros. Ese reconocimiento posibilita el despliegue de nuevos territorios y de sus propias cartografías; al asumir lo anterior es que se generan los nuevos caminos, pero también sus bifurcaciones.
Dicho lo anterior, la TD nos posibilita distinguir que hay diferentes planos de realidad (niveles), por ejemplo un nivel es el de la vida religiosa, otro es el académico, otro más el laboral o el artístico, por citar algunos y ninguno de ellos es el mejor. Cada nivel nos posiciona en lo objetivo, lo subjetivo o lo que desconocemos; lo asumido, provoca el reconocimiento metafórico de territorios y su posible expresión (cartografías) son: organizaciones paradigmáticas, supuestos o preguntas. Es decir, cada una son las realidades convenidas que se presentan como rutas por donde circulamos, de ese manera se hacen caminos al vivir. Pero esos territorios se pueden reajustar y así proponer otros nuevos que nos posibiliten un andar diferente.
Si se asume que ningún nivel es superior a otro, entonces tampoco lo será un territorio o sus organizaciones; aunque se pueden identificar similares aquellos que pertenecen a un mismo plano y también relacionar con los que son diferentes. Con base en lo dicho, se pueden pensar afines diferentes propuestas teóricas modernas, cuya base se encuentra en organizaciones binarias (entre ellas el Marxismo, Estructuralismo, Conductismo), muy diferente a las que surgen bajo organizaciones triádicas como lo es la semiótica de Peirce (Pragmatismo) o la Tabla de Verdad de Kleene. Aunque se pueden relacionar organizaciones similares que se ubican en diferentes niveles de realidad, por ejemplo: la semiología binaria y la semiótica triádica.
Esto me hace pensar que la TD ya estuvo presente en el Concilio de Nicea en el siglo IV a. de C., cuando Constantino reunió a los obispos de su imperio y organizados todos ellos en dos bandos (binarios y trinitarios), para decidir los fundamentos de la cristiandad. Sabemos triunfadores a los trinitarios encabezados por Atanasio de Alejandría que impulsaron la organización teológica cristiana dominante, aunque el occidente nunca se distanció del binarismo impulsado por el presbítero Arrio. De nuevo parece necesario revisar, pero ahora desde la TD, esos supuestos que describen diferentes niveles de la realidad y sus organizaciones, donde el tercero se incluya o permanezca excluido, entre muchas otras posibilidades.